domingo, 7 de diciembre de 2008

Nuestra ciudad podrida

Salió el fugitivo con el torax dolorido y en el taburete de al lado del suyo había una señorita y en la puerta ya no había nadie y el camarero servía dos vinos torrados, uno para ella y otro para el prófugo, que recuperaba su lugar y su taburete.
- ¿Te has hecho daño ahí dentro?
- Un poco.
- Deberías saber que no cabes por la ventanillas de los labavos públicos.
- Pensé que podría. Una vez trabajé en un circo.
- ¿De contorsionista?
- No, de acomodador.
- Ah...
- Sí -sonrió mientras asentía-.
- ¿Sabes quien soy?
- Ahora me lo preguntaba.
- Bueno pues creo que te puedo ayudar, y creo que quiero.

De mientras, el camarero, alucinado con la coyuntura, limpiaba un vaso de tubo así como los limpian los taverneros, introduciendo un trapo y dando vueltas y más vueltas durante horas y horas.

-¿Y por qué vas a ayudarme?
- Deberías volver a Barcelona. Aquí corres algo de peligro.
- Sí, aquí las ventanillas de los wateres son excesívamente estrechas.
- ¡Pues ala! ¡Corre!
- Sí... de acuerdo. Oye, y... ¿quien eres? ¿voy a volver a verte?
- Sí, volveremos a vernos. Tú ves y yo volveré a encontrarte.

Vamos de nuevo. El tipo sale de la taverna y vuelve en avión a Barcelona. De hecho aterriza en el aeropuerto de Gerona, pero eso no importa porque una hora y media más tarde esta en Barcelona, y en esa ciudad está el Futbol Club Barcelona y gente que es del Futbol Club Barcelona, y gente que tiene empresas, y dinero, y barcos, y hay pobres que sirven para que los snoobs presuman de ciudad intercultural y también está de nuevo el Futbol Club Barcelona, que es más que un club, porque debe tener más cosas que socios que se asocian y pagan para que unos deportistas hagan deporte. Es como si en un videoclub las películas besaran el escudo del establecimiento y la gente que las alquila llorara cuando las meten en sus reproductores. Pues claro, entonces sería "més que un videoclub", de eso no cabe duda.

Así que el tio que huye de la Federal Bureau of Investigation (u Oficina Federal de Invetigación o FBI) ahora también huye de aquellos que dejó en tierra en su viaje interestelar, de los snoobs, de los pobres de decoración intercultural y de Joan Laporta y de un monton de personas socias que lloran cuando Eto'o mete un gol.

De nuevo perseguido el fugitivo corre con un leve cojeo provocado por el dolor de torax, que se le ha extendido hasta los dedos de los pies Ramblas abajo.

Tras intentar hacerse pasar por un mucñeco de cera en el museo de cera y temer que también los otros muñecos tuvieran algo en su contra, siguió hasta el puerto y saltó al agua desde el Maremágnum. Nadó como Mark Spitz pero con dolor de torax hasta la popa de un velero que zarpaba. Picó tres veces con la palma de la mano en la madera y alguien desde dentro le extendió la mano y le agarró con fuerza.

- Te dije que volvería a encontrarte.

Remolcado por aquella mano, como el capitán Willard remontando el rio Nung, miró atrás dejando Vietnam. Nuestra ciudad está podrida.
I love the smell of napalm in the morning. Smells like... victory

miércoles, 3 de diciembre de 2008

-il

Después de entrar en el baño, el fugitivo, que padecía paranoia, se molestó un poquitín con los constructores que construyen los baños y hacen las ventanas tan pequeñas y tan poco apropiadas para escapar de las autoridades o de los asesinos en serie como Hannibal Lecter, que es poco probable que fuera el dueño de la silueta de la puerta de la taverna.

Así que le dió un subidón de autoestima y orgullo, desencajó su torax del hueco de la pared y volvió a su silla en la barra.