domingo, 29 de noviembre de 2009

No, no (superwilco)

Quiero ser un perdedor. Sí, estoy más que decidido. A eso de las ocho de la tarde en un café rústico de alguna ciudad pequeña, con un libro de doscientas dos páginas en blanco y negro y un biberón entre las manos. Y entonces moverlo, agitarlo con mucha fuerza hasta provocar un violento estallido de café y leche por todo el suelo y las paredes del local. Con la cara empapada girarme a mirar fijamente a la gente del lugar que me mirarían fijamente también. Y sonreir un poco meneado la cabeza como asintiendo. Y con la sonrisita tonta inamobible levantarme y hacerle una reverencia a los demás. Y de pie, perdido de café pedir:

- La cuenta, por favor.

Después saldría bailando la canción que acabo de escribir.

domingo, 22 de noviembre de 2009

One more

Carta, carta por favor, carta
y como iba diciendo
luego muero para nacer luego
y relamerme el lábio superior
diciendo: carta, por favor, carta

Hasta ahora iba perdiendo
y así lo demuestro, me tambaleo
pero luego, luego, luego
nazco y crezco y muero y nazco
vamos de nuevo, caballeros

Comienzo con un acierto
y luego un pequeño tropiezo
y pido una más, por favor
una más, de nuevo
y una vez más diciendo:

Puede que toquemos fondo
siete veces por semana
pero luego, caballeros, luego
siete veces por semana
nos levantaremos

Zapatillas, por favor, unas suelas
que como iba diciendo
me andaba levantando
mientras pedia tiempos buenos
caballeros, vamos de nuevo

Puede que vayamos ganando
y aunque no lo demuestro
es una cuestión de sensaciones
expresiones invisibles e imposibles
pero sensibles, al fin y al gano

Carta, por piedad, carta
marcada o sin marcar
tuve tiempo, tiempo y tiempo
para modelar mis fundamentos
del juego, y juego diciendo:

Puede que toquemos fondo
siete veces por semana
pero luego, caballeros, luego
siete veces por semana
nos levantaremos

Siete veces por semana pensaremos,
qué duro pero qué bello fue el fondo, por favor
one more

domingo, 26 de julio de 2009

Let it bleed

"Que sangren"
Mick y Keith

Créeme que a veces, sin esperarlo, una mano amiga puede soltarte la tuya y acabas flotando en alta mar viendo como se aleja su velero. Detrás tu ciudad, aún más podrida que antes y en frente la compañera de fuga que ya ni te acompaña ni se fuga.

Más o menos así continua la historia, perdona por el retraso.

Eso no era lo peor de todo. Al soltarle la mano, su pecho, que ya reposaba sobre la madera del barco, topó con una estaca sobresaliente que le cercenó la piel, por el tórax y le hizo herida profunda que sangraba sin piedad ninguna.

El caso es que se le daba mejor bucear que nadar. Desde pequeño tomaba grandes bocanadas de aire o de polución urbanita para aguantar largo tiempo debajo del agua. Batió su mejor marca en lo más profundo, lejos de cualquier peligro y cualquier resentimiento. Sin embargo, continuaba herido, pero en vez de nadar, bucear, huir o escurrirse, decidió permanecer inmobil. Iba a dejar, sosteniéndose en la profundidad de aquellas aguas heladas, que aquella herida sangrara. La sangre que soltaba, trepaba hasta la superfície creando una gran mancha roja.

Iba a dejar que sangrara.

miércoles, 8 de abril de 2009

Siete días para la guerra



Vamos a escribir canciones que vamos a grabar de manera instantánea, le vamos a dar mucha importancia al momento exacto porque de esa manera las canciones son mejores. Lo hacemos para poder más tarde hacer lo que los directos de otros nos enseñaron, como los siete días de Liverpool o el Just like a woman de Zaragoza. Para poder hacer musicoflexia.

Creo que deberíamos trabajar como los leñadores, los agricultores preparados para la guerra si algún día estalla. Por el momento no hay señales de alarma, aún no hemos armado el equipo necesario para grabarlas en condiciones, pero le otorgaremos, por primera vez, todo el valor a la instantaneidad de las grabaciones digitales. Así a lo mejor tardamos poco ir a la guerra contra nuestras primeras grabaciones vírgenes.

Coda: De momento nos llamaremos Peligroso y algo más.

miércoles, 4 de febrero de 2009

Siempre mordemos en el decimosegundo

El próximo minuto será otro día. Dentro de sesenta segundos en todos los relojes de este lado del mundo, leeré otra hora diferente de un día diferente que no conozco. Sin embargo, aquí donde estoy, en esta semihabitación oscura con aspecto de vestuario, huele a quemado, huele a tiempo quemado, mañana huele a chamusquina. Detrás, detrás de la cortina espera mucha gente, una multitud sin nombre, muchos que jamás he visto, otros a los que he visto demasiado y jamás me han visto y otros que me han visto muchas veces pero nunca me han mirado a los ojos. Todo eso, mañana y el resto mundo, lo conozco perfectamente y conozco como huele.

No es el escenario que hubiera preferido. Mañana, es decir, dentro de un minuto, me toca luchar contra el pasillo, contra las butacas, contra los que me sigan a la espalda, contra las gomas, los escalones, la tela, los hombres, las mujeres, las luces y las sombras, contra las esquinas. Igual que Sugar Shane, ahora comparto con él la antecámara, el instante previo, comparto el pasillo, las gradas, los que nos siguen a la espalda, las gomas elásticas, la lona, las miradas con odio, las cicatrices, las esquinas.

Ya no están de moda todos mis modales, no recebí una educación cuerda, no fuí educado para practicar el cainismo y aquí, en el vestuario, los segundos pasan y cuando quedan tan solo treinta segundos toca que me levante, como Sugar Shane, que me desabroche la camisa, que me ponga a tiro el pecho, que estire un poco. Las puntas de los pies empiezan a bailar lentas, levantándose del suelo y cayendo luego lentamente. No fuí educado para practicar el cainismo.

El último minuto antes de mañana es un minuto triste, pero siempre ganamos en el decimosegundo, incluso cuando perdemos.

martes, 6 de enero de 2009

El Diablo murió una mañana

El futuro es un arte de antes
de esos que muerden
si acercas la mano
Y el presente se deja tocar,
y manosear, muera el pasado
Aún así me faltan marcas en la pechera
y me sobra espacio en el intestino delgado
para tragarme a los leones
de Coliseo romano
Y las marcas marcan sus mejores marcas
en el mismo instante,
en el mismo momento
en el que aún no ha salido el Sol
y el Diablo ha muerto de una insolación

Ademanes del otro lado de la calle
para los cobardes y los traidores
que creyeron poder ganar a los leones
A eso en mi historia se le llama
farsa de gladiadores
Aún así me faltan marcas en la sesera
y me sobra espacio en los pulmones
para tragarme el humo del tubo de escape
de muchos aviones
Y las marcas marcan sus mejores marcas
en el mismo instante,
en el mismo momento
en el que el Diablo ha muerto
y aún no ha salido el Sol